Lene, sí, con ele y no con pe como algún que otro habrá, sin cierto sonrojo ya en este siglo XXI, pensado. Es una palabra que nos llega del latín, lenis, y se trata ni más ni menos que de un adjetivo. La propia RAE advierte que es un término con poco uso, por lo que deberíamos rescatarlo para no hacer que nuestro idioma se empobreza en términos generales y además consigamos enriquecer nuestro vocabulario personalmente.
Lene sirve para describir algo que se manifiesta ante nuestro sentido del tacto como suave. Por ejemplo un algodón, o la piel de un niño.
Pero este adjetivo también se puede utilizar para describir a alguien como dulce o agradable, sin malicia. La leyenda nos cuenta que Buda era lene. O Jesucristo.
La n se enroca con la v, y es que lene significa también leve.
¡Rescata esta palabra de nuestro olvido!
Texto: Religión, lengua y cultura prerromanas de Hispania Autores: Villar, Francisco; Fernández Álvarez, María Pilar