Cerval

15 Feb

La palabra de ayer, gacho, tiene mucho que ver con la de hoy: cerval. Hablábamos de la relación entre la cornamenta baja y su significante. Pues bien cerval puede ir junto al término de ayer ya que es un adjetivo que sirve para hacer referencia a aquello que rodea al mundo del ciervo. Se puede utilizar a la par que cervuno. También para cualquier ser, animado o inerte, que se parezca a dicho animal.

Pero hay más acepciones que no son propias del animal inmortalizado por Disney en Bambi. El espino cerval es un arbusto caracterizado por sus  hojas elípticas y festoneadas, sus flores amarillas y una semilla que permite purgar al estómago.  La jara cerval es una planta que se puede diferenciar  por sus hojas con forma de pecíolo, acorazonadas y lampiñas. Y la lengua cerval es un helecho cuya singularidad son sus  frondas pecioladas, enteras, lanceoladas, y con un escote obtuso en la base. Curiosamente sus frondas se han empleado como pectoral.

 El gato cerval es un felino cuya cola mide 35 centímetros y es típico de la zona centro de España. Al contrario que otros animales de su especie, es violento. Su piel se usa para la peletería. A este animal, y al lince, se le conocen también como lobo cerval.
Texto: Obra de 660 pliegos: De historia natural y de todo género de erudicción Autor: Sarmiento, Martín
Para adjetivar la sensación de miedo más grande, excesivo o desmedido, basta con añadir el adjetivo cerval. Así lo asegura la RAE.
Pero es que el folletín Bettencourt no deja de estrechar el cerco judicial en torno al actual jefe del Estado. Y así no hay quien tenga paz de espíritu para anunciar oficialmente su candidatura a la reelección. Además, desde que el Tribunal Tutelar de Courbevoie decretó, en octubre pasado, que la mujer más rica de Francia debía ser puesta bajo tutela para evitar abusos de debilidad por parte de amigos y empleados, existe entre la clase política y financiera del Hexágono un miedo cerval a ser relacionado con las suculentas dádivas que la viuda multimillonaria hizo hasta hace bien poco.
Fuente: El Mundo


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