La palabra de ayer, gacho, tiene mucho que ver con la de hoy: cerval. Hablábamos de la relación entre la cornamenta baja y su significante. Pues bien cerval puede ir junto al término de ayer ya que es un adjetivo que sirve para hacer referencia a aquello que rodea al mundo del ciervo. Se puede utilizar a la par que cervuno. También para cualquier ser, animado o inerte, que se parezca a dicho animal.
Pero hay más acepciones que no son propias del animal inmortalizado por Disney en Bambi. El espino cerval es un arbusto caracterizado por sus hojas elípticas y festoneadas, sus flores amarillas y una semilla que permite purgar al estómago. La jara cerval es una planta que se puede diferenciar por sus hojas con forma de pecíolo, acorazonadas y lampiñas. Y la lengua cerval es un helecho cuya singularidad son sus frondas pecioladas, enteras, lanceoladas, y con un escote obtuso en la base. Curiosamente sus frondas se han empleado como pectoral.
Pero es que el folletín Bettencourt no deja de estrechar el cerco judicial en torno al actual jefe del Estado. Y así no hay quien tenga paz de espíritu para anunciar oficialmente su candidatura a la reelección. Además, desde que el Tribunal Tutelar de Courbevoie decretó, en octubre pasado, que la mujer más rica de Francia debía ser puesta bajo tutela para evitar abusos de debilidad por parte de amigos y empleados, existe entre la clase política y financiera del Hexágono un miedo cerval a ser relacionado con las suculentas dádivas que la viuda multimillonaria hizo hasta hace bien poco.Fuente: El Mundo
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